lunes, 27 de mayo de 2019

El Yo Adolescente

El Yo Adolescente

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El adolescente se muestra básicamente egocéntrico. Una persona egocéntrica es aquella que aprecia la realidad según su exclusiva consideración, muy subordinada a su debilidad personal y a sus propias carencias. Por consiguiente, el egocéntrico no alcanza perspectiva sobre la realidad que le toca vivir ni en relación con los demás.
Juzga y valora al otro según lo que espera de él, y no según aquello que en verdad representa para su vida. Él no ha aprendido a considerar el índice de aceptación y humildad que proponen las pruebas de la vida, lo que en verdad sugiere la forma de ser de otra persona que pasa por su lado, pues no puede entender que en las diferencias reside su gran entrenamiento.
El adolescente es proclive a compararse, tanto para salir ganando como perdiendo. De esta forma es vanidoso, pues necesita proteger su propia imagen ante los demás. Le importa sobremanera que lo admiren y aplaudan, y no soporta bajo ningún concepto que pongan a su Yo en evidencia. Mantendrá sin conciencia una pintiparada imagen que declarar, por lo que disfrazará la verdad con muy diversos manejos para que su Yo no se sienta menoscabado.
¿Cómo puedo saber si aún adopto una actitud adolescente ante la vida? Pues yo diría atendiendo a aquellos argumentos del pasado con los que justificas las penurias del presente; observando las explicaciones manidas que aún sirven a tu «Ego» de auto-defensa, ante otra persona que no sueles escuchar y aprecias como contrincante. Cómo tu Yo se molesta y se dispara en consideraciones subjetivas que no van a favor de la autenticidad y del reconocimiento de la utilidad de las cosas. Asimismo, en una conversación discutidora, atrapada en ideas inconsistentes, se manifiesta de forma palmaria la sinrazón del adolescente.
Siempre escorado en su posición y planteamientos, se deja llevar fácilmente por la emoción negativa, por la contrariedad, evadiendo cualquier enfoque que pueda facilitarle una mirada más amplia de aquello que está sucediendo. De esta manera el adolescente alienta el amor propio, como apoyo cardinal de un Yo del que no puede adoptar perspectiva alguna. Y, de ningún modo, estará dispuesto a reconocer sus propias contradicciones y a excusarse.
Acumula sin darse cuenta la insatisfacción, como sedimento que lo frustra y aminora. Esto es como decir que va acopiando decepciones, acrecentando el foco de dolor que su «Ego» carente ha forjado. El adolescente mantiene vivo en su psique el «no me diste», la decepción que de forma dispar se convertirá en un reproche continuado, destinado a patentizar la inadecuada actitud del otro ante sus intereses. Su mirada a la vida suele ser por tanto absoluta y crítica, no disponiendo de capacidad para relativizar los fenómenos ni, tampoco, para olvidar.
El adolescente no se da cuenta del mecanismo defensivo que usa su Yo ante la adversidad. Él lo justifica de continuo, y cuando se molesta tiene a su disposición una retahíla de advertencias y admoniciones que extrae irreflexivamente de su foco de dolor. Sin darse cuenta, funciona automáticamente, por lo que suele emplear una mente difusa, en donde la concreción se hace muy difícil. Es básicamente emocional, y no estará educado a seguir el hilo de una conversación ordenada y constructiva, ya que suele funcionar por impulsos y dispares reacciones.
Un adolescente que lea esto difícilmente se sentirá identificado con el perfil, por lo que sugerimos desde aquí una oportuna toma de conciencia con la que poder comprender nuestros hábitos dañinos y reconocer los escollos del camino. Todos de alguna forma mantenemos por instantes actitudes adolescentes, sin embargo, la madurez alza el vuelo hacia la corrección, y es en la enmienda, en el momento donde surge la prueba, cuando la honestidad y la nobleza desenmascaran la faz bisoña del Yo.
En el espejo ajeno se reflejan más vivamente las carencias humanas debido a un mecanismo prefrontal del cerebro, gracias al cual tendemos a traducir y valorar en exceso todo lo que se mueve a nuestro alrededor. De esta manera programamos desde niños la mente para enjuiciar lo de afuera, para estipular, aun inconscientemente, qué me niega o qué me puede reportar complicidad y seguridad. Este hábito a la especulación establece nuestros juicios de valor según lo que al «Ego» le interese apreciar, cuestión que nos impide estimar a nuestros semejantes de forma ecuánime.
El Yo aparente evita que podamos hacernos una idea precisa de lo que almacena nuestro subconsciente, del balance carencial que padece nuestra alma. No comprenderemos por tanto el entrenamiento y aprendizaje que propone una relación para ajustar en nuestro interior algo no solucionado. Estamos tan habituados a tener en cuenta las concretas respuestas que nutren a nuestro Yo personal, que no llegamos a distinguir el lenguaje oculto de nuestros estados anímicos. Esta sucesión de hábitos compulsivos y externos ha contribuido a que el subconsciente humano engorde en necesidades y ahogos personales, produciendo una serie de trastornos que merman la identidad individual. Y este colapso —que desde aquí consideramos enfermizo— impide que podamos atender con sano juicio aquello que nos reporta el trato con nuestros semejantes.
Todos, en mayor o menor medida, padecemos esta equívoca situación. Mas es a través de las personas con las que compartimos vida cómo podemos ir manifestando y comprendiendo las cuestiones no resueltas por el Yo y, asimismo, las cualidades que debemos lograr; aunque este entrenamiento lo vivamos desde una continua comparación, o bien desde la reacción y tensión personal. En este laboratorio de experiencias y correspondencias humanas investigamos nuestra razón de ser, de existir y constituirnos. Por ello las relaciones con los demás se van a convertir en el caldo de cultivo imprescindible para la evolución.
Dentro de cualquier sistema de correspondencias gobiernan dos aspectos fundamentales de la energía: la simpatía y la repulsión. Podríamos decir que en el interior de cada uno de nosotros vibra un timbre personal siempre dispuesto a sentir como agradable la relación con aquellas personas que van a favor de nuestro Yo, y como desagradable la de aquellos individuos que vibran en una sintonía distinta. Es como si el Yo dispusiera de un sintonizador de frecuencias y lo aplicara en la relación con los demás de forma mecánica. A mayor confusión y debilidad, mayor resistencia tendremos a sintonizar con los demás, reduciendo nuestras relaciones a un marco estrecho de posibilidades. Sin embargo, el desarrollo de la conciencia nos permitirá poder asumir y simpatizar con un índice mayor de individuos.
Todo el universo sucede como una telaraña energética en donde cada hilo no podría establecerse si no cuenta con la estructura general y, asimismo, con aquél en donde se apoya. Esto es como decir que todos dependemos de todos, que somos eslabones de una cadena común en la que nos corresponde un exacto cometido que podríamos identificar conscientemente.
Esta previa investigación requiere pues mucha industria, ya que se trata de pasar del marco de referencias externas que sumen al Yo en una permanente superchería, al marco consciente que nos permitiría definir nuestra exacta posición individual. Es fácil entender que la persona, cuanto más débil se siente, cuanto más inmadura, más va a necesitar envolver su personalidad en las actitudes y características de los demás, ya que al no encontrar en sí mismo una estabilidad propia, tenderá a que otras personas sirvan de referencia a su menoscabado Yo. Podríamos decir que en la medida en que se va estableciendo su fuerza personal, el individuo se siente menos subordinado a los otros, se hace más libre e independiente, debido precisamente a su mayor capacidad de tolerancia y comprensión.
Como es de suponer, buscamos en los demás superar un fondo carencial no resuelto, compartir sentimientos, criterios e intereses comunes, en la medida en que no nos sentimos completos y, en cierto modo, realizados. Todos los seres humanos pretendemos mitigar a través de emociones compartidas la sensación de zozobra que nos proporciona la vida; y esto es así porque necesitamos a nuestros semejantes para ir alcanzando una cierta estabilidad emocional.

La Teoría del Procesamiento de la Información y la Psicología

La Teoría del Procesamiento de la Información y la Psicología

Una corriente especialmente influyente dentro del cognitivismo ha sido la teoría del procesamiento de la información, que compara la mente humana con un ordenador para elaborar modelos que expliquen el funcionamiento de los procesos cognitivos y el modo en que determinan la conducta.
En este artículo describiremos los planteamientos y modelos principales de la teoría del procesamiento de la información. Asimismo haremos un breve recorrido histórico por la concepción del ser humano como máquina, propuesta por todo tipo de teóricos desde hace siglos pero que llegó a su culmen con la aparición de este enfoque.

La teoría del procesamiento de la información

La teoría del procesamiento de la información es un conjunto de modelos psicológicos que conciben al ser humano como un procesador activo de los estímulos (información o “inputs”) que obtiene de su entorno. Esta visión se opone a la concepción pasiva de las personas que caracteriza a otras orientaciones, como el conductismo y el psicoanálisis.
Estos modelos se engloban en el cognitivismo, paradigma que defiende que los pensamientos y otros contenidos mentales influyen en la conducta y deben ser distinguidos de esta. Se popularizaron en la década de 1950 como reacción a la postura conductista, predominante en la época, que concebía los procesos mentales como formas de conducta.
Las investigaciones y modelos teóricos desarrollados en el marco de esta perspectiva se han aplicado a un gran número de procesos mentales. Cabe destacar el énfasis particular en el desarrollo cognitivo; desde la teoría del procesamiento de la información se analizan tanto las estructuras cerebrales en sí mismas como en su relación con la maduración y la socialización.
Los teóricos de esta orientación defienden una concepción fundamentalmente progresiva del desarrollo cognitivo, que se opone a los modelos cognitivo-evolutivos basados en estadios, como el de Jean Piaget, centrados en los cambios cualitativos que aparecen a medida que los niños crecen (y que también son reconocidos desde el procesamiento de la información).

El ser humano como ordenador

Los modelos surgidos de este enfoque se fundamentan en la metáfora de la mente como ordenador; en este sentido el cerebro se concibe como el soporte físico, o hardware, de funciones cognitivas (memoria, lenguaje, etc.), que equivaldrían a los programas o software. Tal planteamiento sirve como esqueleto a estas propuestas teóricas.
Los ordenadores son procesadores de información que responden a la influencia de “estados internos”, el software, que puede por tanto ser utilizado como herramienta para operativizar los contenidos y procesos mentales de las personas. De este modo se busca extraer hipótesis sobre la cognición humana a partir de sus manifestaciones no observables.
El procesamiento de la información empieza con la recepción de estímulos (inputs en lenguaje computacional) a través de los sentidos. A continuación codificamos la información de forma activa por tal de otorgarle significado y poder combinarla con la que almacenamos en la memoria a largo plazo. Finalmente se ejecuta una respuesta (output).

Evolución de esta metáfora

Distintos autores han llamado la atención sobre las similitudes entre las personas y las máquinas a lo largo de la historia. Las ideas de Thomas Hobbes, por ejemplo, manifiestan una visión de las personas como “animales máquina” que recogieron también el padre del conductismo, John Watson, y otros representantes de esta orientación, como Clark L. Hull.
Alan Turing, matemático y científico de la computación, publicó en 1950 el artículo “Maquinaria computacional e inteligencia”, en el que describió lo que posteriormente se conocería como inteligencia artificial. Su obra tuvo una gran influencia en el ámbito de la psicología científica, favoreciendo la aparición de modelos basados en la metáfora del ordenador.
Las propuestas psicológicas de tipo computacional nunca llegaron a ser hegemónicas en sí mismas; no obstante, dieron paso a la “revolución cognitiva”, que fue más bien una progresión natural desde el conductismo mediacional estadounidense, con el cual los procesos mentales ya habían sido añadidos a los planteamientos básicos de la tradición conductista.

Modelos y autores principales

A continuación explicaremos de forma sintética cuatro de los modelos más influyentes surgidos en el marco de la teoría del procesamiento de la información. 
En conjunto estas propuestas explican muchas de las fases del procesamiento de la información, en el cual la memoria juega un rol especialmente destacado.

1. El modelo multialmacén de Atkinson y Shiffrin

En 1968 Richard Atkinson y Richard Shiffrin propusieron un modelo que dividía la memoria en tres componentes (“programas”, desde la metáfora del ordenador): el registro sensorial, que permite la entrada de información, un almacén de corta duración que pasaría a conocerse como “memoria a corto plazo” y otro de larga duración, la memoria a largo plazo.

2. Los niveles de procesamiento de Craik y Lockhart

Poco después, en 1972, Fergus Craik y Robert Lockhart añadieron al modelo multialmacén la idea de que la información puede ser procesada en grados crecientes de profundidad en función de si sólo la percibimos o además le prestamos atención, la categorizamos y/o le otorgamos significado. El procesamiento profundo, opuesto al superficial, favorece el aprendizaje.

3. El modelo conexionista de Rumelhart y McClelland

En 1986 estos autores publicaron “Procesamiento distribuido en paralelo: investigaciones sobre la microestructura de la cognición”, que sigue siendo un libro de referencia fundamental en este enfoque. En esta obra presentaron su modelo de las redes neuronales de almacenamiento de la información, avalado por la investigación científica.

4. El modelo multicomponente de Baddeley

La propuesta de Alan Baddeley (1974, 2000) domina en la actualidad la perspectiva cognitivista sobre la memoria operativa. Baddeley describe un sistema ejecutivo central que supervisa los inputs obtenidos a través del lenguaje receptivo (bucle fonológico), las imágenes y la lectoescritura (agenda visoespacial). El búfer episódico equivaldría a la memoria a corto plazo.

El sistema endocrino

¿Qué es el sistema endocrino?

El sistema endocrino está formado por glándulas que fabrican hormonas. Las hormonas son los mensajeros químicos del organismo. Trasportan información e instrucciones de un conjunto de células a otro.
El sistema endocrino influye en casi todas las células, órganos y funciones del cuerpo.

¿Qué hace el sistema endocrino?

  • Las glándulas endocrinas liberan hormonas en el torrente sanguíneo. Este permite que las hormonas lleguen a células de otras partes del cuerpo.
  • Las hormonas del sistema endocrino ayudan a controlar el estado de ánimo, el crecimiento y el desarrollo, la forma en que funcionan los órganos, el metabolismo y la reproducción.
  • El sistema endocrino regula qué cantidad se libera de cada una de las hormonas. Esto depende de la concentración de hormonas que ya haya en la sangre, o de la concentración de otras sustancias, como el calcio, en sangre. Hay muchas cosas que afectan a las concentraciones hormonales, como el estrés, las infecciones y los cambios en el equilibrio de líquidos y minerales que hay en la sangre.
Una cantidad excesiva o demasiado reducida de cualquier hormona puede ser perjudicial para el cuerpo. Los medicamentos pueden tratar muchos de estos problemas.

¿De qué partes consta el sistema endocrino?

Aunque hay muchas partes del cuerpo que fabrican hormonas, las principales glándulas que componen el sistema endocrino son las siguientes:
  • el hipotálamo
  • la hipófisis
  • la glándula tiroidea
  • las glándulas paratiroideas
  • las glándulas suprarrenales
  • la glándula pineal
  • los ovarios
  • los testículos
El páncreas forma parte del sistema endocrino y también pertenece al sistema digestivo. Esto se debe a que fabrica y segrega hormonas en el torrente sanguíneo y también fabrica y segrega enzimas en el sistema digestivo.
El hipotálamo: se encuentra en la parte central inferior del cerebro. Une el sistema endocrino con el sistema nervioso. Las células nerviosas del hipotálamo fabrican sustancias químicas que controlan la liberación de hormonas por parte de la hipófisis. El hipotálamo recoge la información que recibe el cerebro (como la temperatura que nos rodea, la exposición a la luz y los sentimientos) y la envía a la hipófisis. Esta información afecta a las hormonas que fabrica y que libera la hipófisis.
La hipófisis: la hipófisis se encuentra en la base del cráneo, y no es más grande que un guisante. A pesar de su pequeño tamaño, la hipófisis se suele llamar la "glándula maestra". Las hormonas que fabrica la hipófisis controlan muchas otras glándulas endocrinas.
Entre las hormonas que fabrica, se encuentran las siguientes:
  • la hormona del crecimiento, que estimula el crecimiento de los huesos y de otros tejidos del cuerpo y desempeña un papel en cómo el cuerpo gestiona los nutrientes y los minerales
  • la prolactina, que activa la fabricación de leche en las mujeres que están amamantando a sus bebés
  • la tirotropina, que estimula la glándula tiroidea para que fabrique hormonas tiroideas
  • la corticotropina, que estimula la glándula suprarrenal para que fabrique determinadas hormonas
  • la hormona antidiurética, que ayuda a controlar el equilibrio hídrico (de agua) del cuerpo a través de su efecto en los riñones
  • la oxitocina, que desencadena las contracciones del útero durante en parto
La hipófisis también segrega endorfinas, unas sustancias químicas que actúan sobre el sistema nervioso y que reducen la sensibilidad al dolor. La hipófisis también segrega hormonas que indican a los órganos reproductores que fabriquen hormonas sexuales. La hipófisis controla también la ovulación y el ciclo menstrual en las mujeres.
La glándula tiroidea: se encuentra en la parte baja y anterior del cuello. Tiene una forma de moño o de mariposa. Fabrica las hormonas tiroideas tiroxina y triiodotironina. Estas hormonas controlan la velocidad con que las células queman el combustible que procede de los alimentos para generar energía. Cuantas más hormonas tiroideas haya en el torrente sanguíneo, más deprisa ocurrirán las reacciones químicas en el cuerpo.
Las hormonas tiroideas son importantes porque ayudan a que los huesos de niños y adolescentes crezcan y se desarrollen, y también tienen su papel en el desarrollo del cerebro y del sistema nervioso.
Las glándulas paratiroideas: son cuatro glándulas diminutas unidas a la glándula tiroidea, que funcionan conjuntamente: segregan la hormona paratiroidea, que regula la concentración de calcio en sangre con la ayuda de la calcitonina, fabricada por la glándula tiroidea.
Las glándulas suprarrenales: estas dos glándulas de forma triangular se encuentran encima de cada riñón. Las glándulas suprarrenales constan de dos partes, cada una de las cuales fabrica una serie de hormonas que tienen diferentes funciones:
  1. La parte externa es la corteza suprarrenal. Fabrica unas hormonas llamadas corticoesteroides que regulan el equilibrio entre el agua y las sales en el cuerpo, la respuesta del cuerpo al estrés, el metabolismo, sistema inmunitario, el desarrollo y la función sexuales.
  2. La parte interna es la médula suprarrenal, que fabrica catecolaminas, como la adrenalina. También llamada epinefrina, esta hormona aumenta la tensión arterial y la frecuencia cardíaca cuando el cuerpo atraviesa una situación de estrés.
La glándula pineal está ubicada en el centro del cerebro. Segrega melatonina, una hormona que puede influir en que tengas sueño por la noche y te despiertes por la mañana.
Las glándulas reproductoras, o gónadas, son las principales fuentes de las hormonas sexuales. La mayoría de la gente no piensa en ello, pero tanto los hombres como las mujeres tienen gónadas. En los chicos, las gónadas masculinas, o testículos, se encuentran dentro del escroto. Segregan unas hormonas llamadas andrógenos, la más importante de las cuales es la testosterona. Estas hormonas indican al cuerpo de un niño cuándo llega momento de hacer los cambios corporales asociados a la pubertad, como el agrandamiento del pene, el estirón, el agravamiento de la voz y el crecimiento del vello facial y púbico. Además, la testosterona, que trabaja junto con hormonas fabricadas por la hipófisis, también indica al cuerpo de un chico cuándo llega momento de fabricar semen en los testículos.
Las gónadas femeninas, los ovarios, se encuentran dentro de la pelvis. Fabrican óvulos y segregan las hormonas femeninas estrógeno y progesterona. El estrógeno participa en el inicio de la pubertad. Durante la pubertad, a una niña le crecerán los senos, se le empezará a acumular grasa corporal alrededor de las caderas y los muslos, y hará un estirón. Tanto el estrógeno como la progesterona participan en la regulación del ciclo menstrual de la mujer. Estas hormonas también tienen un papel importante en el embarazo.
El páncreas: fabrica y segrega insulina y glucagón, unas hormonas que controlan la concentración de glucosa, o azúcar, en sangre. La insulina ayuda a mantener al cuerpo con reservas de energía. El cuerpo utiliza la energía almacenada para hacer actividades y ejercicio físicos, y también ayuda a los órganos a funcionar como deben funcionar.

¿Cómo puedo mantener sano mi sistema endocrino?

Para ayudar a mantener sano tu sistema endocrino:
  • Haz mucho ejercicio físico.
  • Lleva una dieta nutritiva.
  • Asiste a todas tus revisiones médicas.
  • Habla con tu médico antes de tomar ningún suplemento ni tratamiento a base de plantas medicinales.
  • Informa al médico sobre cualquier antecedente familiar de problemas endocrinos, como la diabetes o los problemas tiroideos.

Transformaciones Físicas del Adolescente

Transformación Física

La adolescencia es una etapa en la que los jóvenes sufren cambios a nivel físico, psicológico y social. Éstos permiten que el adolescente madure y se convierta en adulto. Hoy te contamos acerca de los cambios físicos en la pubertad y adolescencia.
La pubertad es un paso totalmente necesario para que el individuo adquiera su función reproductora en plenas facultades. 
Aunque se suele dar de diferente forma, tanto en edad como en ritmo, en función de cada niño. En muchos casos está mediado por la genética, la alimentación, raza, lugar geográfico o los estímulos psíquicos y sociales.
Es habitual que la pubertad comience entre los 8 y los 17 años, según el caso. En las niñas la edad de inicio es a los 11 años y en los niños, a los 12. Aunque en los últimos años, gracias a las mejoras en la calidad de vida, salud y nutrición, estamos asistiendo a un adelanto de la edad de la adolescencia y por ejemplo, en el caso de las niñas, cada vez es más habitual que tengan su primera menstruación en una edad bastante temprana.
Los cambios físicos fundamentales y normales de la adolescencia son los siguientes, aunque si se aprecian cambios diferentes o más graves para la salud, es recomendable acudir al especialista del seguro de salud  para que valore los posibles síntomas:
  • Aceleración y desaceleración al final de esta etapa del crecimiento óseo y de los órganos internos.
  • Cambios en la composición corporal.
  • Maduración sexual del aparato reproductor y de los caracteres sexuales secundarios.

Aumento de talla

Si tienes un hijo entre 14 y 15 años o una hija entre 12 y 13 años, notarás rápidamente cómo aumentan progresivamente de talla. Pubertad y adolescencia. Cambios físicosÉste es uno de los cambios más habituales durante la pubertad, que suele durar entre 24 y 36 meses y donde las niñas crecen de 20 a 23 cm y los niños, de 24 a 27 cm.
Este crecimiento excesivo no se produce de una forma proporcionada, sino que primero crecen las extremidades inferiores y después el tronco, los brazos y la cabeza. Esta descompensación inicial puede producir una sensación de desproporción e inseguridad en el adolescente, llegando incluso a provocarle movimientos torpes.
Cuando se cierran las epífisis de los huesos por la acción hormonal, se marca el final del crecimiento dando lugar a la talla definitiva. Este remate suele ocurrir en las chicas a los 16 – 17 años y en los chicos a los 21.

El cuerpo cambia

A nivel corporal los cambios fundamentales son:
  • Aumento del peso por aumento de la masa muscular y de la densidad de los huesos.
  • Redistribución de la grasa corporal.
  • Crecimiento de los órganos internos: cerebro, hígado, riñón o corazón

Cambios en la composición corporal

Los cambios fundamentales son:
  • Aumento del peso por aumento de la masa muscular y de la densidad de los huesos.
  • Redistribución de la grasa corporal.
  • Crecimiento de los órganos internos: cerebro, hígado, riñón o corazón.

La maduración sexual

adolescente
Todos estos cambios físicos que los adolescentes sufren durante la pubertad son producidos por la influencia de las hormonas. Este proceso se inicia por una serie de cambios neurohormonales cuyo último fin es conseguir la capacidad reproductora propia de cada sexo.

En este eje hormonal intervienen el sistema nervioso central, el hipotálamo, la hipófisis y las gónadas. Durante la infancia la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH) del hipotálamo está dormida, sin embargo en el momento en el que se inicia la pubertad empieza a elevarse estimulando la hipófisis que libera las gonadotrofinas hipofisarias: FSH y LH encargadas de realizar los cambios típicos en el cuerpo del adolescente.
En los chicos la secreción de la hormona FSH estimula la formación de espermatozoides, la LH estimula a las células del testículo a formar testosterona y ésta acelera el crecimiento del niño, madura los genitales (pene, escroto y próstata), estimula el crecimiento del vello púbico, facial y axilar, cambia la voz y aumenta la libido.
Por su parte, en el caso de las chicas, la secreción de FSH y LH estimulan la maduración de los ovarios y los activan para producir otras hormonas: estrógenos y progesterona. Con todos estos cambios se induce la ovulación y el ciclo menstrual. Los estrógenos, como el estradiol, estimulan el desarrollo mamario, de los genitales externos y del útero. También incrementa la grasa corporal y aumentan la velocidad de crecimiento. La progesterona tiene un papel en la maduración del endometrio y las mamas. En las chicas, durante la pubertad, también hay un aumento de la testosterona que estimula el crecimiento, así como también el desarrollo del vello púbico y axilar.
La primera regla o menarquia suele aparecer en las chicas alrededor de los 12 años, aunque entre los 9 y los 17 años también es una edad que se encuentra dentro de lo normal. Suele decirse que cuando una chica tiene su primera menstruación, se detiene su crecimiento, pero esta idea es totalmente falsa, ya que pueden llegar a crecer entre 5 y 10 centímetros más.
En el crecimiento y desarrollo del niño, la madurez sexual se manifiesta con la producción de espermatozoides o espermaquia. Este hecho suele darse como media a los 13 años pero puede ocurrir entre los 10 y 14.
Los caracteres sexuales secundarios son los que marcan la feminidad y la masculinidad. Tanto si aparecen de una forma prematura como tardía, pueden causar situaciones de baja autoestima en el adolescente. En el caso de los chicos estos caracteres son vello púbico, axilar, facial y torácico, cambio de la voz y del olor corporal. En las chicas son el desarrollo mamario, la aparición de vello, el cambio del tono de voz y el olor corporal.
Es muy importante conocer todas las etapas del crecimiento y desarrollo del niño para cuando se encuentre en el periodo de la pubertad, ofrecerle más comprensión, confianza y paciencia. Al fin y al cabo este es un proceso por el que todos hemos pasado y en ese momento, todo parece mucho más complicado de lo que realmente es.
Dra. Esther Martínez GarcíaEspecialista en Pediatría